Qué me dejan los Workshops I

Hace unos meses quedé pendiente de contarte como fue mi experiencia en los workshops con los maestros que pude realizar este año.
Una cosa que me llamo la atención en todos, fue la serenidad y el humor. El buen humor. El silencio que realizaban durante nuestra práctica. El respeto y la no banalización de la misma. Todos hablaron de su maestro, y todos agregaron tips de su cosecha y todos, todos rompieron con los mitos.
Hoy te cuento mi experiencia con Lino Miele.
Quise hacer este workshop porque me hablaron muy bien de él. Hacia unos años atrás había escuchado todo lo contrario, ya ni recuerdo de boca de quien; y desconociendo en ese momento acerca del mundo del Ashtanga, lo tome como cierto porque confiaba en quien lo había dicho. Esta vez, afortunadamente, conocí alguien que varias veces hizo sus workshops y fueron tan simples y cálidas las palabras que uso para describirlo que sentí que no debía perdérmelo.
Ahorré. Los workshops siempre son en dólares. Me anoté para hacer tres días y asistir a las dos charlas.
Me levanté temprano, practiqué temprano, entré a una shala donde casi todos se conocían; claramente no era mi espacio, y a mí que no me gustan las cosas masivas, me resultó aún más fuerte llegar a un lugar extraño. Pero al comenzar la práctica, ya nada me fue ajeno; a tal punto que al finalizar mis tres días Mysore, me anoté para tres más. Valía la pena seguir un poco más por el sendero marcado por Lino.
Cada Shala tiene sus reglas, cada responsable de shala tiene su estilo; y no siempre ese estilo va con uno. Pero aprendí hace tiempo, a través del yoga, y también del Budismo, que todo lo que surge en nuestro camino es neutro, ni bueno ni malo… dependerá de que hagamos nosotros con la circunstancia lo que determine si la experiencia fue positiva o negativa. Dependerá de nosotros como capitalizamos lo que vivimos; si nos creemos ajenos a lo que sucede o si somos capaces de tomar y aprender. Lo que es claro, es que si estamos allí, es el lugar que nos corresponde en ese momento. Sino…no estaríamos.
Asi que, sabiendo esto, cuando surgió la primera incomodidad y mi mente quería refutar la indicación que oía, o engancharse con la forma en que fue dicha…rápidamente lo tomé como enseñanza, rápidamente, quite el sentimiento de lado y lo capitalice. Bueno, a decir verdad, me llevo unos minutos…un par de ásanas.
Todo hombre es tonto de remate al menos durante cinco minutos al día. La sabiduría consiste en no rebasar el límite.
Elbert Hubbard
Yo venía practicando la primera serie cortada, para poder hacer la mitad de la segunda serie, que es hasta donde practico hoy. Pero en este shala (y en tantos otros) no está permitido hacer esto. Cuando nos modifican algo que venimos haciendo, algo a lo que nos acostumbramos, aparece, inevitablemente la resistencia y nuestro pensamiento lógico de porque es mejor como lo hacemos nosotros. Aparece el malestar; la justificación. La costumbre es algo terrible.
Bien, paciencia y a practicar primera completa.
Mi cerebro estuvo un rato juntando justificaciones y unos cuantos “ves?…. Por esto lo hago de esta manera”… “pero vos tenes una hernia de disco?”…”Vos sabes lo que duele?”…”vos estudiaste osteopatía?”…. y asi…. Si seguía por ese camino la practica sería un infierno; asi que ahí mismo corté la bocha y tome la posta.
Hago primera. Y no hago segunda porque no me alcanza el tiempo…mi amada segunda serie!! Cuando pude relajar mi sentir, también se relajó la cara de quien me había indicado esto, y a partir de allí, mil y una veces se acercó a ayudarme con los bandhas, a preguntarme si dolía, a darme pequeñas y amorosas indicaciones. Éramos con el recambio constante de gente, siempre casi unas 50 personas practicando al mismo tiempo…pero ella, (si ella) siempre posó los ojos en mí en el momento adecuado; al punto de que nunca, jamás en mi vida, con o son hernia, Kurmasana había sido tan intensa, tan hermosa, tan cuidada y tan poco dolorosa. (Eso si… dos días seguidos mis dorsales anchos y yo estuvimos dialogando. Jajajajajaja.)
Lino se acercó varias veces, y en un puro italiano me dio un par de indicaciones que comprendí intelectualmente (si, entiendo italiano y algo hablo) y con el corazón. Hay algo en la mirada, algo ahí atrás, algo de experiencia y picardía, de empatía, que hace que lo comprendas y hace que nuestra mente, nuestro ego, nuestras costumbres se rindan. Los ajustes que nos daban, él y su equipo y la gente del shala, ya no pasaban por la cabeza, la cabeza no estaba, la cabeza se había ido y te puedo asegurar que el camino se allana, todo es perfecto, es completo (lo escribo y me emociona) todo es sutil (como me dijo Caty Cooper).
Lino es muy gracioso. Es un showman. Nos hace reir con lo que dice, con los gestos, con el revoleo de ojos… cosa que me hizo sentir en casa y que no estoy tan equivocada cuando a mí misma me sale la actriz en clase. Lino es firme. Es simple. Es sencillo. Es “uno más”. Es concreto. Es sentido común. No endiosa ni se endiosa; y será por eso que la gente vuelve una y otra vez y lo elige como guía en esta práctica. En esta práctica en la que, insistió, una y mil veces, “el gurú soy yo”, es decir…nosotros somos nuestro propio gurú.
Somos seres humanos y tendemos a quedarnos en el lugar placentero, cómodo. “Mejor malo conocido que bueno por conocer”, reza el dicho. Acomodamos todo para evitar que algo sea distinto, para evitar tener que estar alertas.
Este workshop me corrió de lugar.
“Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres.”
F. M. Dostoyevski
Me encantaría que cada practicante estuviera dispuesto a recibir esa palabra firme y cálida que por su bien, por nuestro recorrido y por lo que observamos, creemos necesario. Me encantaría que cada practicante, pudiera entregarse, rendirse a ese camino que el cuerpo necesita, sin perder la conciencia de nuestro cuerpo, de nuestros dolores, de nuestras lesiones, pero dejando de darles el primer plano constante en nuestra vida.
Lino me preguntó cuándo hacía de mi hernia de disco: Dos años; dije. “Due anni?... ya pasó” dijo en un perfecto castellano. “Que hayas debido hacer las cosas de una manera en un momento determinado no quiere decir que debas hacerlas asi para siempre” dijo…y desató el vendaval en mi interior. Como una cascada que sortea el obstáculo podría haber llorado ahí mismo. Lo mire….me contuve. Sostuve. Registre. Y cuando llegue a Savasana lloré.
“Que hayas debido hacer las cosas de una manera en un momento determinado no quiere decir que debas hacerlas asi para siempre. Ya pasó”
Y es verdad. Ya pasó. La hernia está ahí, no se va a ir. Debo aprender a trabajar con ella. Pero yo cambio y ella cambia. Que manía tenemos de aferrarnos a como fueron las cosas entonces. Los médicos no siempre ayudan en estas cuestiones y los entiendo; pero la ciencia no lo es todo, cada “ca´ uno, ca´ uno, ca´ cual, ca´ cual” decía mi abuelo…y es verdad!.
Si soy sabia, si estudio, si practicó, si escucho, si me escucho, voy a saber tamizar y encontrar el punto de justo. Salirme de la costumbre y no pasarme de la raya.
Eso aprendí. Eso me dejó.
Durante el workshop volví a hacer algunas posturas que ya no hacia…me sentí segura; confiada. Luego tal vez algunas no las volví a hacer… me volvió a dar temor… otras las sigo haciendo pero sin asistencia, para no empeorar, y otras las continuo haciendo tal cual.
Lino me agrego un principio para el Tic- Toc…. Y yo adoro los desafíos… y recogí el guante y sin prisa y sin pausa, trabajo en ello. Pero sobre todo, trabajo en primera serie, completa… y luego segunda…. Porque Ashtanga no se trata de elongar, de avanzar de serie; porque Yoga no se trata de romper los límites del cuerpo, sino los de la mente.
Si te acostumbras a poner límites a lo que haces, físicamente o a cualquier otro nivel, se proyectara al resto de tu vida. Se propagara en tu trabajo, en tu moral, en tu ser en general. No hay límites. Hay fases, pero no debes quedarte estancado en ellas, hay que sobrepasarlas... El hombre debe constantemente superar sus niveles.
Bruce Lee