Los huesos no duelen. Radiografía de la cotidianidad.

Todos, absolutamente todos, tenemos algún grado de desequilibrio estructural.
Nuestras vertebras, esos pequeños “ladrillitos” que forman nuestra columna vertebral y nos dan la posibilidad de movimiento, no tienen vasos sanguíneos, solo unos pocos en su periferia, tampoco los tienen los meniscos, ni los cartílagos articulares.
Los discos intervertebrales, las famosas esponjitas que tenemos entre vertebra y vertebra, se alimentan, se hidratan, a través del movimiento de flexión y extensión (la flexión es hacia adelante, la extensión es hacia atrás). Es decir, al flexionarnos hacemos que el líquido acuoso por el cual está formado el disco intervertebral, se filtre a través de los poros del cartílago a los cuerpos vertebrales y recordemos que allí en la periferia, en donde si hay sangre, están los nutrientes y el oxígeno. Al hacer una extensión el disco intervertebral genera succión, y esa succión es la que trae de nuevo al disco intervertebral, ese líquido que había perdido, pero al haber estado en contacto con la sangre “periférica”, este líquido acuoso regresa cargado ahora de nutrientes, hidratando asi al disco intervertebral.
Podemos ver entonces a través de este ejemplo la importancia de realizar postura y contra-postura. Porque de esta manera generamos la deshidratación discal con las flexiones (porque extraemos el líquido como quien retuerce un trapo de piso) y con la extensión estimulamos la recuperación de líquido con el plus de que regresa nutrido. No hay nada que en el organismo que este de más.
Por otra parte, la fascia (de la que en algún momento hemos hablado en el instagram) esa especie de “telita” que recubre, por asi decirlo, cada uno de nuestros músculos (hablando mal y pronto, claro, porque esto no es un tratado de medicina ni yo podría escribir uno) se hidrata tan solo con el movimiento. Esto quiere decir que es la actividad física la que mantiene nuestros discos y nuestra fascia hidratada, lo que implica que, cuanto más sedentaria es nuestra vida, menos posibilidades de que nuestros discos y fascia se hidraten.
Y uno podría pensar que si se hidratan con el movimiento, pues la verdad es que mal que mal, en el día a día, nos movemos… ¿verdad? Pero si lo pensamos con detenimiento, todo el día estamos haciendo flexiones, ya sea para atarnos los zapatos, ponernos los pantalones, agarrar algo del piso, buscar los bowls del bajo mesada, sacar la verdura del cajón de la heladera (dicho sea de paso, note en España que la parte de abajo de la heladera era el freezer y la de arriba la heladera!! Algo mucho más cómodo, porque uno abre más la heladera que el freezer, y entonces había que agacharse menos!!!), sacar la comida del horno y una cantidad infinitas de etcéteras… pero, cuantas veces por días hacemos extensiones? 0.0!!! Cero.
No te enamores de los huesos, busca el espíritu. Rumi
Entonces, recapitulando, gran parte del día drenamos el líquido de nuestros discos, pero pocas veces permitimos que ese líquido vuelva nutrido!! Sumémosle a esto, la mala postura, en una u otra situación, todos tenemos… esa postura repetitiva, que hacemos diariamente, ya sea al sentarnos, al dormir, al conducir…esa postura que llevamos años ejecutando con la consecuencia de acostumbrar a nuestra estructura a ella, de moldear a nuestra columna, cadera, cervicales, tendones, músculos…a tomar esa forma como la forma predeterminada. La forma en la que más tiempo pasamos.
Si tomamos un alambre como ejemplo, y lo doblamos asiduamente hacia el mismo lugar, cada vez resulta más difícil volverlo a su forma original, vertical, estirado… y si a ese dobles del alambre le sumamos presión, notamos como se genera un vértice que, si llegamos a ir con fuerza hacia el lado contrario hará que el alambre se quiebre.
Afortunadamente para nosotros, nuestra columna vertebral es mucho más resistente que un alambre, hay discos que amortiguan entre vertebra y vertebra, y músculos y ligamentos que protegen esa estructura que es nuestra columna. Pero esos músculos, esa fascia, formados por proteínas de colágeno y elastina, tambien se “acostumbran” a una forma base… a esa forma en que los mantenemos cotidianamente, en la que los usamos la mayor cantidad de tiempo.
Mi madre hace unos años estuvo recostada dos meses, con flexión de cadera, de rodilla y de tobillo…es decir, estaba recostada, con su pierna flexionada, apoyada sobre una pila de almohadones y con un yeso liviano.
Conclusión, luego de dos meses en reposo para que los huesos soldaran, cuando le quitaron el yeso, le era imposible extender la pierna. El psoas estaba acortado en flexión y no le permitía la extensión, los isquiotibiales entre otros, estaban débiles como para traccionar y extender la cadera; los ligamentos y tendones de la rodilla y el tobillo hacían lo propio. Dos meses de inmovilidad en una posición hicieron que todo su organismo se “posicionara” del modo en que se los estaba utilizando; y eso fue algo que llevo mucho trabajo y dolor, deshacer.
Imaginemos entonces la cantidad de años que llevamos durmiendo de una manera determinada, sentándonos de un modo determinado, elongando bruscamente, corriendo sin elongar adecuadamente, andando en bicicleta, jugando golf, futbol, tenis… etc…. Pero sobre todo, cual es la postura que adoptamos en nuestro trabajo cotidiano y como es que nos sentamos.
Aunque nada nos duela, aunque creamos, justamente porque no duele, que nuestra columna está en buen estado, sepamos que el 90% de los discos lumbares evidencia grados de degeneración a partir de los 50 años. (Este estudio se realizó sobre 600 cadáveres) y el 20% de los adolescentes tienen signos leves de degeneración; lo cual va aumentando abruptamente con la edad.
Entonces, dependiendo del uso que le demos a nuestro cuerpo llegaremos con mayor o menor salud estructural.
El esqueleto nos da la historia de un individuo. Sexo. Edad. Antepasados. En algunos casos, la historia clínica o cómo murió. Los huesos antiguos son una fuente de información de las poblaciones extinguidas. Cómo vivían, cómo morían, qué comían, las enfermedades que padecían... Kathy Reichs
Ahora…a que viene la cosa…a que los huesos, porque no tienen inervación nerviosa, no duelen… solo duelen cuando ya es tarde. Duelen o mejor dicho, generan dolor, solo cuando ya se ha generado una protrusión o una hernia discal…. Lo que duele es la inflamación que causa la salida en su totalidad o en parte del disco intervertebral que toca el nervio ciático. Y es el nervio ciático el que pega el grito y no nos deja mover. Pero una vez que duele, ya está roto…se puede mejorar, se puede, luego del periodo agudo, vivir sin dolor y no necesitar operación, pero no se cura…no vuelve a su estado inicial.
Entonces… si bien yoga es bueno para la salud, todo debe ser hecho con conocimiento de causa… cual es la salud de mi columna hoy? Solo puedo saberlo a través de una placa radiográfica…
Con una placa en mano, podemos observar el estado de nuestra columna lumbar, dorsal y cervical y de ese modo podremos ver cómo están nuestras vertebras, si hay o no artrosis, etc. Podremos aprender y entender, que ásanas son las mejores para mantener a raya las evidencias de discopatia que asomen en mi organismo.
Con una placa, podemos elegir que ásanas hacer, que ejercicios realizar, que nos conviene relajar y que es mejor tonificar, a fin de hacerle a nuestra columna el “mantenimiento” adecuado. Todo esto, de la mano, con un cambio en nuestra forma de sentarnos, dormir, agacharnos, conducir etc….
Todas las posturas de yoga son saludables y son buenas, pero nuestro cuerpo no las precisa todas, precisa unas más que otras…. La placa radiográfica es la que nos indica cuales… escuchar nuestro cuerpo siempre es la mejor opción, pero como las vértebras no gritan hasta que es tarde, a ellas más que escucharlas, necesitamos observarlas…
Mi recomendación… irradiémonos una vez cada dos años al menos, sobre todo si hacemos actividad física…prevengamos las discopatias severas y continuemos disfrutando a pleno de nuestro cuerpo.
Los huesos tienen una ventaja, son notarios incansables o amantes rencorosos que anotan todo lo malo acaecido en la relación con nuestro esqueleto, y lo dicen al primero que quiera escucharlos. Guardan memoria de muchos hechos pasados de diferentes formas y nos pueden ayudar a resolver crímenes cometidos mucho tiempo atrás. J.M.Mulet
Veka Gay Peluffo